Mi primer libro se lo dediqué a mis padres con las palabras de aquí arriba, igual que les dedico todo lo que he conseguido hasta ahora en mi vida. Nada habría sido posible sin ellos. Se lo debo todo, y los quiero y echo de menos. Mi madre nos dejó en diciembre de 2013, y entonces le escribí Ama maitea, beti izango zara gure artean. Mi padre nos acaba de dejar el 14 de marzo de 2018, y hoy le escribo Aita maitea, beti izango zara gure artean.
No soy escritor, pero afortunadamente Richard Ford sí lo es, y recientemente rindió un precioso homenaje a sus padres en un maravilloso libro titulado “Entre ellos”. Hoy tomo prestadas sus palabras para rendir homenaje a mis propios padres, desde lo más profundo de mi corazón:
Casi todo excepto el amor desaparece.
La muerte comienza mucho tiempo antes de cuando llega. Incluso en la misma muerte hay vida que ha de ser vivida.
Las vidas de nuestros padres, incluso aquellas envueltas en la oscuridad, nos ofrecen nuestra primera, sólida garantía de que los eventos humanos tienen consecuencias. Aquí estamos, después de todo. El futuro es impredecible y arriesgado, pero las vidas de nuestros padres nos establecen y ayudan a distinguirnos. Mi propia creencia en la transcendencia final de la vida vivida siempre me devuelve a pensamientos sobre mis padres.
Mis padres, después de todo, no estaban hechos de palabras.
… los seres humanos abarcan mucho más de lo que nadie pueda decir sobre ellos.
Tuve la fortuna de tener padres que se amaban y, del crisol de ese gran, casi inconmensurable amor, me amaban. El amor, como siempre, confiere bellezas.
Las ausencias parecen rodear e inmiscuirse en todo. Pero aun reconociendo esto, no puedo permitir que sea una pérdida o incluso que sea un hecho que lamento, ya que la vida simplemente es así – otra verdad perdurable que debemos constatar.
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