Las siguientes citas del libro de Hitchcock y Hitchcock de 1860 Anatomía y Fisiología Elemental para Colegios, Academias y Otras Escuelas, sobre el que ya he escrito en otras ocasiones, son tan buenas y pertinentes 153 años después que no he podido resistirme a la tentación de mostrarlas aquí.
Como veréis, realmente no hay necesidad de comentario alguno…
“277.-5. Necesidad Especial de Ejercicio por parte de Estudiantes y Gente Sedentaria. – Vemos que los estudiantes y otras personas sedentarias tienen una necesidad especial de ejercicio físico, y deberían considerar un deber moral el garantizarlo, puesto que estimula el funcionamiento saludable de todos los órganos. La sangre fluye con más facilidad y llena de forma más completa todos los vasos diminutos; las glándulas de la piel actúan más vigorosamente; los linfáticos y vasos nutritivos llevan a cabo su tarea de forma más perfecta; e incluso el sistema nervioso se mantiene en un estado saludable mediante el ejercicio. Sin embargo, lo mejor es hacer ejercicio si es posible con algún otro motivo que la mera convicción de su necesidad e importancia. Porque si tenemos interés en conseguir algo, la mente adquiere un funcionamiento saludable, y por su reacción acarrea un estado de perspiración en el cuerpo. En este caso, hemos conseguido dos fines; el sistema muscular ha sido ejercitado y la mente ha obtenido distracción completa del estudio. Así, el estudio de historia natural, y especialmente aquellas ramas de la misma que requieren ejercicio de campo para recolectar especímenes, no sólo fortalece la mente y aporta nuevos objetos de pensamiento, sino que es un método admirable para conseguir fuerza corporal.”
“278.-6. Valor de la Gimnasia, etc., para Colegios y Academias.- Vemos lo perjudicial para la salud que es el plan de estimulación adoptado en demasiados de nuestros seminarios de aprendizaje superior. La mente se ocupa al máximo con tareas; se dedica demasiado tiempo a cultivar el intelecto, mientras se abandona al cuerpo para que se ocupe de sí mismo. Un gimnasio o algún medio equivalente de hacer ejercicio es algo tan importante para nuestros colegios y academias como lo son los propios edificios, bibliotecas y gabinetes. ¿Y no puede ser la razón por la que los literatos padecen generalmente de mala salud el que se preste tan poca atención a la cultura física durante el curso preparatorio y académico? ¿No es mala gestión dedicar tantos esfuerzos a cultivar al habitante cuando la casa en la que debe habitar es una vivienda tan miserable y recibe tan poco cuidado y mejoras?”
Las siguientes observaciones son también aportadas por los autores, previamente a la descripción y dibujos de “muchos ejercicios gimnásticos simples que puede llevar a cabo todo el mundo, chicos y chicas, hombres y mujeres, sin tener que desembolsar nada excepto unas decenas de centavos, y el uso de unas pocas yardas de espacio en cualquier lugar en tierra firme.” (P141-144)
Observaciones sobre desarrollo muscular
“Con las costumbres existentes de las clases más ricas de la sociedad, y nuestros seminarios de aprendizaje superior especialmente, es difícilmente posible decir demasiado sobre la necesidad de la educación física: no es que sea mejor rebajar el nivel de la cultura intelectual en lo más mínimo, o dictar a aquellos poseedores de riqueza en abundancia cómo deberían utilizarla, sino simplemente decir que una educación física exhaustiva es esencial para el disfrute adecuado y la mejora de toda nuestra naturaleza, cuerpo, mente y espíritu. Los males del abandono de esta rama de la educación se exhiben por sí mismos, no sólo en enclenques clérigos y abogados, sino en los flojos y debilitados físicos de nuestras madres y hermanas.
Los chicos, especialmente cuando son pequeños, corren, saltan, gritan y están al aire libre en cuanto dejan de estar vigilados; de hecho, se considera apropiado que los chicos sean de apariencia rolliza y sana, pero no es así con las chicas. Por costumbres groseramente pervertidas de la sociedad, se considera impropio que las chicas corran y salten y griten, y muy especialmente al aire libre; incluso cuando son todavía niñas, deben actuar como señoritas, y nunca moverse excepto de una manera precisa y comedida, a menudo tan innatural como perjudicial; y cualquier cosa que requiera esfuerzo muscular es vista como vulgar y por supuesto no ha de hacerse. Ahora bien, la fisiología nos dice que precisamente lo que nuestras chicas y señoras realmente necesitan hoy en día es esfuerzo muscular activo y vigoroso, como caminar, remar, montar a caballo, y ejercicios calisténicos y gimnásticos. Y planteemos la cuestión a padres, guardianes, y a todos aquellos interesados en la prosperidad o la propia existencia de la raza Anglo-Sajona en este continente, de si el desarrollo físico de las señoras debería abandonarse por el simple capricho de su impropiedad (que a menudo sólo genera falsa modestia o mojigatería), y así tender a un deterioro de la raza que se encuentra ahora en temeroso progreso en los Estados Unidos.
Sin un ejercicio adecuado de los músculos del hombre o la mujer, todas las otras partes del cuerpo han de sufrir, y de ser así, ¿por qué debe ser la mujer la desafortunada víctima de una precaución excesivamente sensitiva y remilgada? Los antiguos griegos no descuidaban el desarrollo del cuerpo ni en el hombre ni en la mujer. Y mientras disciplinaban sus poderes intelectuales profundamente, su “seminario de aprendizaje” era el gimnasio, donde como características prominentes se llevaban a cabo los ejercicios de carrera, lucha y boxeo, que eran considerados de igual importancia que el esfuerzo intelectual.
Pero aunque el abandono del ejercicio muscular es más tristemente evidente en la parte femenina de la sociedad, no se limita a ella. Muchos de nuestros hombres educados tienen una cultura física débil, principalmente a causa del cultivo del intelecto a expensas del cuerpo. La mayoría de hombres en las escuelas académicas y profesionales consideran el estudio primero y antes que nada, y el cuidado del cuerpo después –¡si es que hay tiempo para ello!–. ¡Cuántos convierten en una obligación –incluso religiosa– dedicar todo el tiempo que sea posible al estudio, y dejar el ejercicio como algo deseable pero no esencial! Nosotros sostenemos que un sistema de educación que simplemente atesta la mente con disciplina abandonando la cultura física no es sólo un sistema defectuoso, sino monstruosamente pernicioso. Los estudiantes pueden soportar el proceso de preparación intensiva mediante cursos académicos, colegiales e incluso profesionales, pero antes o después el cuerpo se verá superado. Las leyes de la naturaleza no pueden ser violadas sin sufrir una penalización en algún momento; ¿y para qué sirven las mentes más cultivadas si el cuerpo es demasiado débil para usar su aprendizaje? ¿Qué belleza tiene la gema más brillante sin el arte del lapidario para desarrollar y exhibir su esplendor?
¿En qué pocas instituciones educativas en nuestro país hay algo como un sistema de ejercicio sugerido, o aún más exigido? ¿En qué pocas de ellas el desarrollo muscular encuentra otra cosa que no sea disuasión?
Es cierto que el desarrollo muscular se ha asociado durante demasiado tiempo entre nosotros con la clase de gente más baja, como boxeadores, luchadores, camorristas y jinetes, casos todos en los que debería encontrarse con una clara desaprobación. ¿Pero es ésta una tendencia natural del desarrollo físico? ¿Es necesario que un hombre bien desarrollado sea necesariamente un luchador brutal? ¿O que un hermoso caballo lleve necesariamente a su maestro a exponerlo a crueles excesos para evaluar su velocidad? Si efectivamente adoptamos el principio de que el desarrollo físico tiene dicha tendencia inmoral, ¿hay alguna cultura corporal o mental que no estemos obligados a entregar al gran tentador, puesto que puede tan tristemente pervertirlo todo?
¿No debería pues un gimnasio o algún medio equivalente de cultura física ir unido a todas nuestras instituciones educativas (femeninas al igual que masculinas), así como modelos, bibliotecas, gabinetes y aparatos? Y de ser así, ¿por qué no iba a haber entrenamientos regulares del cuerpo obligatorios con instructores al igual que ejercicios mentales? Y puesto que se requiere una porción pequeña de tiempo para el ejercicio físico si es vigoroso, como lo será necesariamente en un gimnasio, ¿por qué no puede una parte de las obligaciones escolares cada día ser media hora o una hora de ejercicio en el gimnasio mañana y tarde? No ve cualquier profesor práctico que al menos esto aliviaría la necesidad de muchas excusas, como ‘dolor de cabeza’, ‘me encuentro mal’, ‘incapaz de estudiar hoy’, etc.”
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