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Iñigo Mujika

Fisiología y entrenamiento

Do olympic athletes train as in the Paleolithic Era?

Iñigo
Mujika
31 de agosto de 2013
Elefantes sudafricanos (Foto: Iñigo Mujika)

Elefantes sudafricanos (Foto: Iñigo Mujika)

Boullosa DA, Abreu L, Varela-Sanz A, Mujika I.

Sports Medicine. 2013 Aug 20.

Cada 4 años, aproximadamente 10.000 deportistas participan en los Juegos Olímpicos. Estos deportistas han dedicado varios años de entrenamiento físico para lograr el mejor rendimiento posible en un día determinado. Su preparación ha sido apoyada por entrenadores expertos y un ejército de científicos del deporte, cuya responsabilidad general es asegurarse de que los deportistas están en una forma óptima para su prueba. Aunque cada deportista se prepara específicamente para los retos fisiológicos únicos de su prueba, todos ellos tienen una característica en común: son Homo sapiens. Comparten un genoma único que es el resultado de fuerzas evolutivas que se escapan a su control individual. Aunque se ha demostrado que los estudios sobre la influencia de distintos polimorfismos genéticos sobre determinadas pruebas deportivas tienen una utilidad limitada, existen evidencias –desde la biología molecular hasta medidas de cuerpo entero– que sugieren que las adaptaciones al entrenamiento aumentan cuando el estímulo se asemeja al patrón de actividad de los ancestros humanos. Dado que los cambios genéticos evolutivos ocurren despacio en el Homo sapiens, y que los patrones tradicionales de actividad física y dieta del Homo sapiens han sufrido grandes cambios rápidamente en siglos recientes, proponemos que los humanos modernos están mejor adaptados fisiológicamente a modos de entrenamiento y estrategias nutricionales similares a aquellos con las que evolucionaron sus ancestros homínidos, y no aquellos propuestos por las sociedades modernas. Semejante patrón ancestral se caracterizaba básicamente por la prevalencia de esfuerzos diarios de actividades aeróbicas prolongadas, de baja intensidad, con impulsos periódicos intercalados de actividad de corta duración y alta intensidad. En algunas ocasiones, estos patrones de actividad se llevaban a cabo con baja disponibilidad de carbohidratos. Las actividades específicas que mejoraban la fuerza y la potencia se realizaban normalmente después de las actividades aeróbicas. Presentamos evidencias científicas para apoyar la idoneidad de este modelo, y proponemos que los estudios en el futuro deberían abordar esta hipótesis en multitud de actividades deportivas diferentes, evaluando las respuestas genéticas y los efectos sobre el rendimiento de diferentes estímulos de entrenamiento. Esta información aportaría datos sobre los que científicos del deporte y entrenadores podrían preparar mejor a los deportistas y gestionar su proceso de entrenamiento.

Leer el artículo completo (en inglés)

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